Mi historia

Tengo tantas cosas que contar,
pero hasta yo me aburrí de escucharlas.
Mi piel siempre estuvo destruida,
como si al arrancarla pudiese cambiar mi vida.
Reconozco que el rencor solo me apaga mas y mas.
¡Nunca creí que seria tan difícil perdonar!



Convivir con el llanto de mi vieja es algo que me marco de por vida. En ese entonces, cuando era una niña, parecía que mi única razón de existir era ser el oído de sus tristezas.
No tengo muchos recuerdos de mis primeros años. Mis papás tampoco. Si les pregunto por alguna anécdota me cuentan siempre la misma. Pareciera que fui tan imperceptible que ni siquiera pueden relatar un recuerdo.
La única anécdota que recuerdan es que cuando tenia 3 años, fuimos a la playa y yo corría sin parar por la orilla hasta alejarme por completo de mi familia. Mis papas tuvieron que salir detrás de mi porque yo no tenia intenciones de volver.

Con el nuevo milenio, mi familia hizo un quiebre. Le diagnosticaron lupus a mi vieja y la internaron en el hospital de clínicas. A partir de ese entonces, ella tuvo mejoras y recaídas. Pero lo más trascendental fue la desestabilización en el matrimonio. Mi viejo se borraba y se acostaba con otras mujeres. Y mi mamá nos lo contaba. Con mis hermanas teníamos que secar sus lagrimas y consolarla por la infidelidad de mi padre. Pero igual nunca pasaba nada. Seguíamos jugando a la casita. Era vivir callando. Era vivir naturalizado la depresión de mi mamá y la violencia de mi papá. Y en el medio de todo eso, nosotras teníamos que crecer.

Mi mamá iba a clases de taichi todos los sábados a la mañana. Un día le dieron una espada de madera y  un día ella la quiso romper  sobre la cabeza de mi papá. Y no me puedo acordar si presencie esa escena o si mi mamá me la contó tantas veces que es como si hubiese estado ahí. Eso si, por muchos años la espada nos lo recordaba. Mi mamá en vez de romperla sobre el, la rompió contra el borde de la cama. Se partió en dos y la ato con cinta. Creo que hasta no muy poco tiempo aun ella la guardaba. Cada vez que veía la cinta rodeando la espada, me acordaba de esa extraña antagonía de querer lastimar con quien compartís tu día a día.
Una vez fue mi papá quien le revoleo una silla a mi mamá. Otra vez la empujo contra la pared provocando que ella se golpeara la cabeza. El día después él se fue, supongo que a ver a su amante de turno, y yo me quede sola con mi mamá. Yo tenía 11 años. Ese día todas mis amigas fueron al parque de la costa y no me invitaron. Mis hermanas ya eran grandes y habían salido. Mi mamá lloraba sin parar, me relataba una y otra vez todo lo que había pasado y como se sentía. Y yo lloraba con ella y mientras la trataba de consolar. Así, por horas y horas y horas. Me acuerdo de estar atenta al ruido de la puerta, porque deseaba tanto que alguien volviera. No podía cargar con eso. No había forma. Pero era la única que estaba ahí y en ese momento parecía que esa era mi destino, ser el oído de las tristezas de mi vieja.

Cuando tenia 15 años me desperté a mitad de la noche porque mi mamá se había caído en el living. Había mezclado alcohol con benzodiacepinas. Se había enterado de nuevo de otra infidelidad de mi papá. Esta vez yo no estaba sola, también estaba él. Pero no me ayudo. Yo sola tuve que encargarme de atenderla. De darle agua para que se recupere, de ayudarla a ir al baño. En realidad mi primer instinto fue querer llamar a la ambulancia. Pero adivinen que, mi papá no me lo permitió. Por suerte, yo ya a mis 15 años había tenido varias borracheras al borde del desmayo, digo por suerte porque supe entender cual era la situación en la que estaba mi mamá y basándome en eso pude ayudarla.
Cada vez que sucedía alguna situación de este tipo, mi familia callaba y volvía poco a poco al funcionamiento normal de todos los días. Mis papás se arreglaban y salían a pasear. Cada vez que una nueva infidelidad aparecía por debajo de la mesa, mi papa lloraba pidiéndole perdón mientras mi mamá armaba el bolso que jamas uso. Así, una y otra y otra vez.
El día después de la caída en el living de mi mamá, fui llorando a lo de mi novio de ese entonces. Lloraba diciéndole que no podía creer que mi papá engañara a mi vieja, que no podía tolerar la idea de que las personas le sean infieles a otras. Él me abrazo y me consoló. Él a los dos meses me engañó y me dejó. Un tiempo antes de eso, había ido a almorzar con mis papás a un restaurante y me acuerdo que mi viejo me aviso que seguramente mi novio en el viaje de egresados a Bariloche me iba a engañar.
Me acuerdo del día que me enteré, lloré desconsoladamente y dije que me quería morir. Mi mamá me pego un cachetazo y me dio un clonazepam para que me calmara. Cuando mi papá volvió de trabajar le dije mientras lloraba "tenias razón" y con una mirada fría y distante me lo confirmo.
A mis 16 años me deprimí y empecé terapia de grupo. La herida que me había quedado por el engaño de mi ex novio me hundió en un sin sentido de la existencia. Buscaba por todos lados motivos para justificar los actos de él y de mi papá. ¿Cuál era la razón por la cual ellos habían actuado tan despiadadamente ante quienes más los amaban? ¿Qué había hecho mal mi mamá? ¿Qué había hecho mal yo?. Por suerte fue también en ese tiempo que conocí el feminismo. Pero no era fácil, para nada fácil, asumir que tenia como padre a alguien tan desagradable.
Durante todo ese año no le hable casi. Mi mamá me contó una vez que mi papá lloro porque no entendía porque se llevaba mal conmigo. Yo no entendía porque no se daba cuenta. Muchos eran los motivos para sentir rechazo. Sus caras mal humoradas, sus ataques de ira, su doble vida y su nulo apoyo emocional. Cuando hablábamos con mis hermanas mi papá nos callaba, decía que eramos muy ruidosas y que lo molestabamos. A veces se paraba de la mesa y se iba mientras suspiraba rechazo. Y yo me vivía preguntando:  ¿porqué no se iba de la casa mejor? ¿porqué no nos dejaba de una buena vez por todas? ¿porqué nos trataba como una jaula que le impedía la felicidad?

Ser una molestia. Ser un ruido.

Con los años me fui enfrentando a sus malos tratos, a pesar de que sabía cual era el resultado. Jamas me pego, pero lo ha intentando. Gritaba, mucho. Nos insultaba, mucho. Nos odiaba, mucho.
Por las noches yo tenia miedo. No sabía hasta donde podía llegar su enojo. ¿Hasta qué punto yo podía confiar en el? ¿Hasta qué punto yo estaba segura viviendo con mis padres? Mi mamá cada vez estaba más rara. Cada año tomaba más pastillas y cada año se volvía más automática. Sus respuestas siempre eran las mismas. A veces le hablabas y no respondía. Y pasaba mucho tiempo en la cama.
Yo solo quería correr lejos, correr como cuando tenía tres años. Alejarme de esa familia que me asfixiaba, alejarme de ese destino que me acorralaba. Ya no quería consolar más a mi vieja, estaba cansada de esa razón de ser.

A mis 20 años mi hermana se deprimió. Compartía habitación con ella y todas las noches me despertaba por que la escuchaba llorar. Muchas, muchas pero muchas veces mi hermana me decía que se quería matar. Y yo, no tenia idea, no tenia la mínima idea de como detenerle ese sentimiento. En ese entonces cada día que yo iba a terapia mi psicóloga me ayudaba a poder buscar herramientas para sostener a mi hermana. Fue casi un año de vivir de esa forma, de dormir con un ojo abierto, de tener siempre mucho miedo de encontrarme con que ese sentimiento que ella tenía se volviera realidad.
Mis papás estaban muy ocupados en sus desgracias. Les pedí ayuda pero no me dieron bola. Mi mamá ya estaba perdida y mi papá no tenia ningún recurso emocional para sostener a mi hermana. Le tenía miedo. Él en ese entonces ya no se dejaba llevar tan fácilmente por sus ataques de ira y por eso nos evitaba, porque ni el sabía cuando podía estallar.

Un día, yo ya con 23 años, volvía temprano por la mañana a mi casa luego de pasar la noche con mi novio actual. Cuando voy a la cocina me encuentro con mi mamá tomando Gancia y un cóctel de pastillas. "Acá vamos otra vez", pensé.
Mi viejo se había enamorado de otra mujer y estaba decidido a esta vez  a dejar a mi mamá. Pese a que ella tenía razones de sobra por haberlo dejado antes, jamas pudo hacerlo. Su vínculo emocional con él era lo que la sostenía y destruía a la vez. ¿Escuchaste hablar sobre la encerrona trágica de Ulloa? Bueno, creo que mi papá para ella fue algo así.
Fueron días donde pasaron muchas cosas. Fueron días donde con mis hermanas no teníamos idea de como ayudar a mi mamá. Sinceramente, ¿qué podían saber tres hijas que vivieron atormentadas toda su vida por la depresión y violencia de sus padres? ¿de dónde íbamos a sacar las fuerzas de, una vez más, sostener a nuestra mamá? Y no lo pudimos hacer. Fallamos. Capaz podríamos haberlo hecho mejor, o capaz no había remedio. Pero un día mi mamá se encerró, se empastilló y se cayó. Escuchamos el golpe, intentamos abrir la puerta de su cuarto pero estaba con llave. La desesperación domino todo mi cuerpo. Me congele por completo.
Mi vieja, por suerte, estaba consciente y ante nuestros pedidos desesperados logra abrir la puerta. Tenia la nariz rota llena de sangre. Y en la cama había un blister de pastillas vacío y una nota de despedida.
Llamamos al 107 y así, en ese viaje de ambulancia, se abría una nueva etapa en nuestras vidas. Una etapa donde mi vieja jamas iba a volver a ser la misma y nosotras tampoco.
Estuvo internada toda la noche en la guardia del Zubizarreta. Mi viejo había apagado el teléfono. Nos dejo completamente solas ante la desolación del sistema público y los profesionales despiadados. Para ellos era un caso más de intento de suicidio, para nosotras era encontrarnos con la horrible verdad de que tu propia madre se quiera matar.
Esa noche volví a mi casa con mi novio para descansar un poco. Y mi papá también volvió. Le conté lo que había pasado y él no se inmutó. ¿Vieron cuando estas tan enamorado que lo único que te importa es pasar tiempo con la otra persona? O tal vez siempre fue un terrible hijo de puta y hasta el día de hoy no lo puedo admitir.
Mientras con mi novio intentabamos dormir, escuchábamos a mi papá hablar por teléfono: "yo siempre estuve con otras mujeres pero con vos es distinto, con vos me enamore". Que extraña puede ser la vida, que filosa e injusta puede ser los sucesos que nos toca acontecer.

Después de eso mi mamá estuvo un mes internada en una clínica psiquiátrica. En ese tiempo mi papá se mudo de casa. Y nunca más se volvieron a ver.
A partir de ese momento yo me encargue de comprarle la medicación  y administrársela, con la ingenua ilusión de que ella no iba a volver a auto medicarse. En ese año concurrió a hospital de día los días de semana y por las tardes volvía a casa. Pero mis hermanas y yo teníamos que trabajar y estudiar, por lo tanto, mi mamá pasaba mucho tiempo sola.
En navidad pensamos que lo mejor era que ella fuese de visita a Esquel donde vive su hermana. Con la aprobación de su psiquiatra, mi vieja viajo. Yo le preparé la medicación para esos días. Pero mi tía luego nos avisó que mi mamá tenia en el bolso más pastillas. Y yo ingenua, una vez mas, le dije que se las sacara.
Un día mi tía me llamó: tu mamá se olvidó hasta de como bañarse. No entendíamos que había pasado, pero se había desorientado por completo. No podía hacer nada sola y mi tía estaba desbordada. Así que mi mamá volvió y nos encontramos con una mujer más desarmada que antes. Fuimos a varias guardias y nadie nos daba una explicación. Con los días mi mamá cada vez empeoraba más. Su mirada estaba ida y decía cosas extrañas. Pasaba horas sentada mirando la nada y repitiendo que se iba a morir. Pero aunque llamáramos psiquiatras de emergencia, ninguno nos ayudaba, y decían que lo mejor era que se quede en casa. Pero nosotras no somos enfermeras, nosotras no teníamos idea como poder cuidar a una mujer que ya casi nada de nuestra mamá tenía.
Un día a la tarde, mi mamá empezó a gritar. Decía que estaba muerta y gritaba y gritaba sin parar. No reaccionaba a lo que nosotras le decíamos. Solo tenia su boca abierta y agonizaba. Y así, una vez más, viaje arriba de la ambulancia.
Cuando llegamos al hospital mi mamá estaba completamente ida. Y el psiquiarea de forma prepotente nos dijo "tu mamá es esquizofrénica, es un bebe y ustedes ahora la tienen que cuidar". El mundo nos daba la espalda una vez más. Tres hijas solas sin saber a quién más pedirle ayuda.
Con medicación y suero la lograron estabilizar y mi vieja volvió a estar despierta. Respondía y podía sostener una conversación. Así que, le dieron el alta. Pero nosotras no estábamos conformes, sabíamos que esto no era normal. La subimos al auto y nos fuimos a la clínica donde antes había estado internada. Allí nos recibo su psiquiatra, y junto a la psicóloga nos dijeron "no tiene porque cargar con esta mochila". Para ese momento mi mamá hablaba sola y nos miraba mal. Estaba extremadamente paranoica. Ver como tu vieja se vuelve loca es indudablemente una imagen que jamás se va a borrar de tu cabeza.
Esta vez estuvo dos meses internada. Y al volver su libertad quedo altamente restringida. No podía manejar plata ni caminar sola por la calle. Y cuidadoras tuvimos que contratar. Al principio fue muy duro. Y yo sentí que el mundo perdía sentido. ¿Así iba a terminar? Una mujer que, a pesar de su depresión y enfermedad crónica, había intentado trabajar y crecer profesionalmente.  ¿Dónde había quedado mi mamá? ¿En esos ojos de ida que ahora tenía?
En ese tiempo encontré una nota, de hace unos años atrás, donde mi mamá escribió cosas malas de mi y de mis hermanas. ¿Hasta que punto nos había amado de verdad?

Que difícil se nos hace sostener una existencia cuando ni tus propios padres pudieron devolverte una imagen consistente.
Mi papá se divorcio de mi mamá sin que ella se entere. Hasta el día de hoy guardamos el secreto. No queremos tener que volverla a internar. Ahora él esta
casado con su nueva mujer. Y esa es una historia que mejor contarla en otra ocasión.
Pero a pesar de que tengo motivos de sobra para odiarlos, mi viejo pareciera que ahora es más humano. Y luego de las reiteradas veces que le dije que tenia que cuidar a mi hermana, por fin asumió su responsabilidad.
Mi hermana luego de lo de que paso con mi mamá volvió a deprimirse y  a rozar cada vez más la locura. Mi papá me delegaba a mi la responsabilidad. Me llamaba pidiendo por favor que me ocupe de ella. Pero yo no podía seguir así, no podía seguir viviendo para secar las lágrimas de los demás. No podía ser la acompañante terapéutica de mi propia familia. Principalmente porque yo no tenia la posibilidad de ser terapéutica ni con mi hermana ni con mi mamá. No importo cuantas veces las consolé, nada de eso pudo hacerlas sentir mejor, jamás.
Del estrés me salio un nódulo mamario y acné. A pesar de eso mis hormonas parecían andar bien. Pero del nódulo no se sabía si era maligno así que tuve que hacerme una biopsia. Por dos meses viví con el miedo de tener un tumor de verdad. Hasta ese punto de ridícula se había vuelto mi vida. ¿De dónde me podía agarrar?
En ese tiempo mis amigas me abandonaron y me dieron la espalda. En ese tiempo, la única persona que estuvo a mi lado fue mi pareja.
Por suerte el resultado dio negativo, y mi nódulo jamas será algo de lo que me deba preocupar. Pero esta ahí y a veces me duele. Es un souvenir de la desesperación que alguna vez pude sentir.

Con los meses mi papá se transformo en el padre que jamas había podido ser. Se ocupo de mi hermana y gracias a ello hoy ella esta muy bien. A su manera también me cuida y a pesar del rencor que le tengo, aprovecho este momento para tratar de sentir la calidez que siempre quise sentir de parte de él.
Respecto a mi mamá, después de un tiempo comprendimos que lo que le había pasado fue una abstinencia causada por las benzodiacepinas. A pesar del control que yo tenía sobre su medicación, como ella tenia libertad de llevar plata encima y circular, siguió comprándose pastillas por su cuenta y tomaba hasta 5 aplax por día a parte de la medicación que tenia indicada. Cuando se fue a Esquel a ver su hermana, se corto de forma abrupta ese consumo que tenia entrando en abstinencia y por ende sufriendo un cuadro de despersonalización.
Hoy por hoy me sigo ocupando de los medicamentos. Son varios, por que hay que tratar su cuadro psiquiátrico y también el lupus. En el cerebro tiene varios coágulos. No sabemos desde cuando están ahí y hasta que punto son la causa de todo lo que le paso. A veces pareciera que mejora y a veces pienso que son solo destellos de conexión y que el resto del tiempo sigue igual de peor. Me cuesta mucho pasar tiempo con ella. Me entristece verla envejecer y que cada vez sus respuestas sean frases que repite una y otra vez. Extraño a mi mamá, la que siempre sabia de todo y me explicaba muchas cosas.
Esta muy flaca y su cara esta arrugada. Fuma dos atados de cigarrillos por día pese a las indicaciones de los médicos. Su cuerpo es una bomba de tiempo. Creo que es hora de admitir que la mamá que alguna vez fue para mi no la volveré a ver jamás. Mis recuerdos hoy son lo poco que me queda de lo que significa tener una familia. A veces me siento huérfana, vallando entre los brazos de los demás.
En mi cumple años mi mamá me mandó un audio y cuando lo escucho era ella pidiéndome plata. Se había olvidado.

Lo doloroso es saber que cada vez será peor. Que cada vez mi mamá ira desapareciendo de la realidad.

No hay una moraleja. No hay una reflexión final. A veces me siento tonta por seguir pensando en esta historia. A veces me olvido de todo lo que implico mi vida. Pero aunque mi historia sea un lamento, no deja ser la historia que tengo para contar. Mi existencia no tiene sentido, todo lo que me paso mucho menos. Solo fue el azar, solo fue una mala pasada.
Hoy por hoy, sigo buscando ladrillos para construir mi propio mundo y crear un sentido que me arme y me de fuerzas para avanzar, aunque eso signifique dejar atrás lo poco que queda de mi familia.
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Un texto desgrabado de una hilera de pensamientos que tuve luego de una de las veces que fui a visitar a mi mamá mientras estuvo internada.
https://elclarodeseo.blogspot.com/2018/02/hopeless-sunday.html

Una poesía que escribí luego de la segunda internación de mi mamá, cuando yo
me encontraba sin trabajo y sin saber a dónde ir. Me encontraba muy desesperanzada.
https://elclarodeseo.blogspot.com/2018/05/polvo-de-ceniza.html


"Planee demasiado toda mi vida. Nada salio como quería. ¿Realmente tenemos el control de nuestras vidas?"

Comentarios

  1. Es muy triste esta historia. Mi viejo también la cagaba a mi vieja. Viví esa locura de las idas y vueltas, la confusión de que te digan que por fin se van a separar y no, de golpe los ves juntos de nuevo. Me costaba tanto comprender la psiquis de mi vieja, su dependencia, que a veces sentía más bronca hacia ella que hacia él. Ahora que pasé los 30 y que las únicas 2 parejas que tuve me engañaron, la entiendo un poco mejor.

    Sé que mis viejos no son malas personas, pero cuando más los necesité, no estuvieron. Estaban demasiado ocupados con sus cosas. Eso ya fue duro, así que no puedo ni imaginar lo difícil que debe ser tener que cuidar a tu vieja enferma, mientras se apaga. Sos muy fuerte.

    Como tu viejo, mi viejo también se puso más dócil con los años. Es un abuelo increíble y un padre ok. Intenta acercarse, pero no puedo dejarlo demasiado, no me nace.

    Encontrarle sentido a la vida se me hace redifícil, y más en este contexto de crisis preapocalíptica.

    Te mando un abrazo. Narrás muy bien.

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