La previa

Esa escena que se aproxima, la visualizo en mí y siento que ya la conozco. Eso asusta: volver a reencontrarse con la rajadura. Pero a la vez alivia: ya me topé con ella y salí.
Esta esa fantasía de caer y no pisar suelo jamás, pero la experiencia refuta mis expectativas. Siempre pise el suelo. Siempre tuve un ojo mirando hacia adelante. ¿Porqué ahora sería distinto?
Cierro los ojos y me veo a mí misma sentada en la cama observando el atardecer. Ahogo, vacío y desolación. Una cantidad de tiempo que pisa la posibilidad de superarlo todo. Pero esa vista previa me prepara. No alivia, no previene. Pero será lo que me salve, tarde o temprano, cuando me cansé de sufrir. ¿Cómo extrañar sin dolor? ¿Cómo sostener un vínculo sin quedar fijada en la melancolía de la separación?
Pensar en el reencuentro. Metominizar el deseo. Un ojo que vea siempre para delante. Con eso bastará.

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