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La gente muere y desaparece y pareciera que nunca hubiesen andado por aquí. Los demás lloran, se desesperan y buscan satisfacciones rápidas e irreales que los haga calmarse aunque sea un instante. 
Y el circulo se repite, como obra de magia, una.. y una... una y otra vez.

Algunos dicen que ser humano es sinónimo de ser dulce, pacifico, "civilizado", noble y puro. Pues que alguien levante la mano si aunque sea mas de una persona conoce que cumpla esas características. Si acaso casi ningún humano es como debería serlo, entonces ¿qué somos?. Probablemente podemos indagar en filosofía y nadar entre libros riquísimos de la literatura para ver que significa ser este pedazo de carne que habla y que siente y que piensa y cree que nunca muere. Pero el tiempo se acaba, aunque sea para mi. Si dejo la puerta abierta a siempre dudar de qué o de cómo o de porqué, no llegare jamas a donde quiero ir. Pues entonces me doy lugar a admitir una realidad bastante desesperanzadora pero seguro que muy liberadora: el humano es una mierda.

Entre piedras, palitos, fuego, pieles, y carne pudriéndose, empezamos a crecer, a dar pasos mientras mejor nos parábamos, a formar significados y significantes que nos servían como puente entre los unos y los otros y especialmente puentes con uno mismo. Y mientras nuestra lengua se movía al ritmo que nuestra mente formaba signos mas complejos y penetrantes, empezamos a perder lo único que probablemente nos quedaba. No se que era, si instinto, o "naturaleza", o qué. Pero ya no estaba mas, el lenguaje se  había llevado lo que nos detenía justamente a hablar pero que probablemente nos habilitaba un mundo mas pacifico. Y así, haciendo anda a saber que, cogiéndonos  masivamente quien sea con quien, empezaron a haber restricciones ante el sexo, "con esta no, con este si, con tu hija tampoco y con tu mama o papa menos". Y la perversión surgió o resurgió de las tinieblas para atormentar las prohibiciones y a aquellas almas ( o mentes) perturbadas que poco y nada podían hacer ante el placer desenfrenado que llevaba a una satisfacción tan plena que oscurecía y mataba.

Las prohibiciones aumentaron, y los grupos mas se organizaron, empezó a haber orden, un seguimiento, pautas y condiciones para permanecer a la manada. El orden ordenaba pero el orden habilitaba la ansiedad de la ruptura, del quiebre, de la salida a esa cosa sin sentido que mientras mas sentido tenia mas incierto se volvía. Entonces, surgieron las mascaras. La mayoría decía lo que debía decir para ser aceptado, de esa forma permanecía cerca, sin miedo al desamparo, con comida, refugio y amor.  Pero por dentro arañaban las paredes e incluso a si mismos por no dejar fluir sus deseos. O morían o moran. Por eso eligieron engaño, mentiras, mafias, corrupciones, conspiraciones, secretos. Y sin darse cuenta -o tal vez si- el poder que un simple humano podía obtener se había vuelto mas firme y persistente. Con una cálida sonrisa hacia el frente y las manos sucias por detrás el mundo comenzó a girar cada vez mas y mas rápido. Cada vez mas y mas muerte. Cada vez mas y mas orden.

La mente humana parecía (parece) no tener limites. El ingenio por subsistir y el lenguaje pleno y poderoso dio todo lo que se debía tener para inventar y crear. Ya sean cosas materiales, útiles, practicas. Como también mitos, leyendas y religiones que daban un marco, un contexto fijo e indestructible al grupo.

Desde el primer instante, ser humano fue un camino de ida. Las cosas comenzaron a marchar muy bien. Pero eso significaba (significa) que la sangre corra, sin parar. Que el río de sangre nunca deje de fluir. Pues de la sangre de los muertos nacen los vivos. Y el asesinato apareció cuando el humano sintió y tuvo miedo y tristeza, pero a la vez placer y lujuria ante la violencia y el poder de atacar al otro. Antes solo eran animales que mataban para comer o para proteger a lo sumo su vida o una presa muy valiosa.

Estúpidamente ( o milagrosamente ) el amor hizo siempre de las suyas. Atándonos, sin dejarnos ir. El amor y el deseo hizo que pudiésemos soportar que nuestra sangre sea robada. Y entre polvo y polvo, ¡cuántas personas pudieron tocar el sol! Sin quererlo, la bondad junto a la maldad nacieron junto a nosotros. La luz y la oscuridad. La dualidad  (igual probablemente sea mas que eso) es nuestra naturaleza. Ni la paz, ni ser nobles, ni ser lindos ni brillantes. Somos mitad y mitad, a veces un poco más, a veces un poco menos. Somos para matar y somos porque matamos. De esa forma nos regulamos y podemos pisar aun esta tierra firme. No hay mucha poesía que nos rodee en realidad, no hay mucha espiritualidad en verdad de la cual podamos sentirnos orgullosos y posibles de ser salvados. La humanidad es humana porque se ensucia las manos, porque grita del placer, porque siente y piensa tanto que desespera y enloquece, dentro de un marco que permite todo y lo prohíbe a la vez. Si existiese ese dios todopoderoso que todo lo sabe y todo lo es, probablemente nosotros seamos el diablo. Si, la humanidad es el mismísimo diablo.

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