"¿How many dore kurai no daishou ga iru?

¿Seras el tormento que inunda mis pocas debilidades, dejándome, entonces, fuera de combate? ¿Si tengo mis certezas porque, acaso, me las repito incesantemente? ¿sera que hay una verdad que mis ojos aun no han visto? ¿sera que mi amor todavía se siente confundido?. 

Tal vez deposito en él todas mis inseguridades  y mis faltas. Le dedico la vida y la muerte. Todo lo bueno que me sucede creo que fue por él, y todo lo malo que me ocurre, también. Cómo si fuese una suerte de Dios, o de un ángel guardián (que de guardián no tiene nada). Tal vez sigo apostando a que me salve -¿de qué?-, tal vez sigo usando su amor como fuente de energía vital, como la luz que me abriga. Pero fue él mismo el que me aclaro: "estamos solos en este mundo". No podemos protegernos el uno al otro, eso no existe en la vida real. Todo el tiempo miro y escucho estas series japonesas donde hay héroes y amigos que dan la vida el uno por el otro. No, eso no pasa. Nadie de mis *amigos* daría la vida por mi, y lo peor de todo: yo no daría la vida por nadie. Ese amor incondicional nunca lo he conocido. Esa calidez humana nunca la sentí. Solo forma parte de las ficciones que veo a diario. Aunque espero ansiosa algún día observar eso en la realidad, aunque yo no fuera protagonista: me alcanza con saber que alguien en este mundo es capaz de amar de esa manera. Bueno, de hecho, ya lo he visto. Él, por ejemplo, daría todo por su familia -da todo-. Aunque dudara o no, su amor hacia ellos se transforma en el deber de protegerlos y ayudarlos, sin importar cual sea el preció. Probablemente, y lo digo con mucha vergüenza, me sienta frustrada por no formar parte de ese circulo. Es mas, siempre siento que el precio que paga significa perder tiempo a mi lado. No, ya se, suena asquerosamente egoísta. Por supuesto que la familia esta ante cualquier noviazgo. Pero no me pasa solo con él, me pasa con todas las personas en el mundo: siempre hay alguien que ama mas a una persona de lo que me ama a mi. No soy preferida, pero eso ya seria superficial. Mejor dicho: nadie siente ese amor penetrante e incesante hacia mi. Y yo, a la vez, no lo siento tampoco por nadie.
El otro día, en el accidente, tuve miedo de morirme y de que se mueran mis perras, pero nunca pensé en mi familia, absolutamente nunca. No se si era la certeza de que no les iba a pasar nada, o el hecho de que realmente no me preocupara. Por supuesto que, en el caso de que sucediera algo (ojala que así no lo sea), mi vida cambiaría rotundamente y la falta seria inborrable. No dudo de eso, claro que no. Pero hay algo en mi, un egoísmo fatal, que no me deja volar entre los demás. No puedo amar desinteresadamente. Siempre, pero siempre, espero algo a cambio. Y por supuesto, eso nunca llega. Entonces me empiezo a sentir frustrada y enojada, como si la vida estuviese siendo injusta. Enojada por que el mundo no gira alrededor de mi, porque la vida sigue como si nada aun si yo desaparezco. Se que hay gente que me quiere, no digo eso. Solo que, como sucede naturalmente, las cosas siguen su rumbo y su destino sin importar qué. Nada se frena, nada avanza, nada sucede en mi presencia. Solo soy algún que otro noviazgo de una persona, alguna que otra amiga, alguna que otra hija. Me siento tan frustrada por eso. Y a la vez, tan avergonzada. Pero no me asusto: no pretendo quedarme en este punto. Si uno conoce sus fallas, pronto conocerá como arreglarlas. Y si mi ego me consume y me limita, tratare de encontrar la forma de librarme, aunque sea un poquito, de él. Aprenderé, a duras penas, que el amor no se espera sino que se da. Aprenderé a vivir sin depender de las personas, no por rencor, sino por una cuestión de libertad. Nadie me ha hecho nada malo, si hablamos de manera correcta. Si he sufrido, si han sido "injustos" conmigo, probablemente haya sido porque aun no vi el mundo como en verdad es. Ser bueno no te garantiza que la gente sea buena con uno. Es más, intentar amar, intentar ser el mejor, para que la gente te reconozca y te ame, es ser completamente un fraude. Aprenderé, entonces, amar y ser mejor, no a intentarlo, ni a jugar a eso. Y no voy a aprenderlo por reconocimiento. Aunque si te digo que no lo quiero te estaría mintiendo. Pero aun así, con mi ego latente, reconozco mis necesidades mas allá de mis caprichos. Querer que me reconozcan es un capricho. Amar y ser mejor sin esperar nada a cambio, es una necesidad. Porque la vida no es una constante, para nada. Pero eso si: siempre se tiene que ir para adelante. No hay que fundirse junto a los medios y a los errores. Y si soy un fraude, entonces, dejare de serlo. Sin escupirle a nadie, sin darme la espalda. Tengo que levantar bien alto el mentón, mirarme al espejo, y salir a pelearla. La felicidad se construye día a día. Nadie ni nada me hará feliz. Solo mi actitud ante la vida y mi permanente lucha, me dará felicidad. El deseo de progresar es lo que me mantiene viva.

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