Una linda historia

Me escondí entre los recovecos de mi mente, donde cada pared era helada y siniestra, donde la noche era pesada y tiesa. No podía escapar de mis angustias aun si lo quisiera, no podía por un segundo cerrar los ojos y no tener miedo...
Pero uno sigue viviendo, como sea, no importa..buscas y buscas, luchas y luchas. Me decía a mi misma: ¿qué cosa extraña es la felicidad que es tan inalcanzable? ¿cómo puede ser que el dolor siempre este mordiéndonos el cuello?
Hasta que un día mire por la ventana (adoro mirar por la ventana), y fui feliz, fui feliz porque entendí que solo era una cuestión de actitud, que era algo que uno tenia que decidir y no algo que se busca o se encuentra.
Entonces camine por la calle, me levante por la mañana, viví mi vida tal como siempre, con mis angustias, con mis miedos, con mis enemigos y amigos; Viví con todo lo que incluye vivir...pero ya no era triste, ya no tenia esa desesperación de correr hacia algún lado para encontrar la felicidad.

He comprendido, que hay una gran similitud entre aceptar y ser feliz, que no tengo que esperar resolver mis problemas o dejar de temerle a lo que hay debajo de mi cama, que no tengo que esperar a sentirme mas linda o a tener una persona que me abracé para poder estar bien. Descubrí que no necesito escapar, ni huir... descubrí que la mejor manera de ser feliz es enfrentando y aceptando.

Entonces, con todo el peso de mi mochila, con los callos de mis pies, con mis músculos tensos como fueron siempre, con mi sonrisa que asusta mas de lo que alegra, me lancé -una vez mas- a la vida, con el pecho firme para resistir cualquier bala, con el corazón listo para quien me amara. Me pare ante mi espejo y luego me senté a charlar con mi reflejo. Me aleje de mis amistades mas dolorosas para comprender, dejar de contaminar y de contaminarme. Me acerque a personas con las que nunca antes habría tenido un trato. Me dedique a conocer y mirar y disfrutar de cada mundo que encontraba en ellas. Deje de seguir el mandato social que siempre había seguido -que siempre me había sometido-, me libere de todas las costumbres que nunca me habían agradado del todo. Si, todo eso trajo dolor...además soy una persona muy nostálgica: todo lo que es pasado toma un color hermoso aunque cuando fue presente fue espantoso. Por mucho tiempo me sentí "culpable" de soltarle la mano a ese mandato. Estuve tan ligada a él, y por mucho tiempo fue lo que me salvo de tanta tristeza. Cuando era niña vivía muy sola y me sentía ajena a todo lo que me rodeaba, sufría mucho y  lo expresaba con mucha intensidad, por lo que me traía aun mas problemas para relacionarme con el resto. Era distinta y todos lo sabían. Entonces yo tome una decisión: ser como los demás. Pero ahora, que soy un poco mas grande, me voy por el camino contrario. No es cuestión de no querer ser como los demás, sino de no ser alguien que no soy. Tengo que aceptar mis gustos, mis cualidades, mis defectos, mi personalidad, mi carácter, y todo lo demás. Y aceptarme significa dejar de actuar, dejar de intentar cambiarme en algo que no me corresponde ni tampoco me alimenta.
Me saco la careta, me libero. Me dejo de poner corpiños push up que para lo único que sirven es para poner mis tetas donde justamente no van. Basta, yo tengo que comprender que mis tetas tienen su forma y en vez de ir en contra de eso tengo que respetarlas. Así como cambie de corpiño, cambie de todo lo que me colocaba donde en realidad no iba. Se que siempre voy a seguir un cierto mandato social, pues vivo en sociedad. Se que va a haber cosas que aun voy a limitar o esconder de mi por temor. Lo se, y eso también lo acepto. Acepto mi capacidad, mi limite. Se hasta donde llego, se hasta donde voy, y eso también tiene que incluirse en mi aceptación.

Nos hemos acostumbrado a que la única manera de ser feliz es "llegando a ser alguien en particular y teniendo algo en particular", como si la felicidad fuese sinónimo de cambiarse por completo, de alejarse de lo que sos para conseguir un ideal. Pero cuando uno se aleja de si mismo lo único que puede encontrar es muchísima tristeza y muchísima confusión. Mientras mas corres de la verdad mas intentas mezclarte entre la gente, mas intentas consumir ciertas cosas, obtener ciertas cosas... Necesitas anesteciarte, no importa la manera. Necesitas llenar ese vació, aliviar esa confusión. Y cada vez el recorrido hacia la felicidad se te alarga mas y mas... y tu vida se torna sin sentido, en la nada misma, en la  búsqueda de un tesoro inexistente. Pero no, la felicidad no es un tesoro, la felicidad no es un privilegio de unos pocos, no es lo que uno gana cuando consigue ser su ideal. La felicidad no se trata de eso. No es un estado que se consigue como fin de una acción, sino que es una manera de pararte ante la vida mientras realices la acción que sea. Y los ideales no sirven, no son el camino correcto. Es necesario tener metas, eso es verdad, pero siempre mantenerte cerca de tu realidad, de tu ser, de lo que sos exactamente sin excusas sin caretas sin nada. Correr no te lleva a ningun lado salvo a la desesperación. La felicidad esta mas cerca de lo que uno cree, la felicidad esta dentro nuestro, ahí, sí, dentro nuestro donde esta lo peor de uno, y lo mejor también.

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