Noto algo particular cuando me voy de vacaciones. Es curioso como acá, en la ciudad, me hes super difícil llorar por mas que tenga el alma hecha pedazos. En cambio, allá, en San Clemente o donde sea que este vacacionando, la facilidad que tengo para llorar es increíble. A todo esto, que dicho asi parece una tremenda boludeces, he entendido entonces que el estar de vacaciones, en otro lugar, con otro aire, distinta rutina y compañía, genera en mi una cierta decantacion de mis angustias.. Por mas que aca en Buenos Aires vivo consciente de ellas, nunca puedo sacarlas del todo y observarlas de verdad. Pero allá, salen a flote y las agarro, las lloro, las pataleo, y pump, se van.. por lo menos por un tiempo. Este proceso que siempre me pasa, hace que siempre vuelva a la ciudad con mucha positivismo, obvio que después de meses y meses encerrada en esta jungla de cemento el positivismo se me va al carajo. Pero es bueno saber, que con un pequeño viaje, por mas que sienta que la paso horrendo por la forma de llorar, me hace bien y hace que pueda llevar una vida mejor, aunque sea por un mes.
Nada, chau.
Nada, chau.
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