Cuento III: Créanme, no quiero dejar de volar
de Mariana Jazmín Vaccaro
Es la mañana temprano, horas decisivas. Mis
ojos lagrimean sin pausas, y mi piel se brota. Ya está, es momento de fijarse.
Tomo la prueba... No sé si caer y golpear mi cabeza fuerte al suelo, o
simplemente llorar hasta no tener ms fuerzas. Tengo miedo, mucho miedo. ¿Qué
hago? ¡Es positivo! ¡Estoy embarazada! Había pensado que el día que lo esté por
primera vez iba a ser la mujer más feliz del mundo, pero ahora tan solo maldigo
al diablo.
Acabo de despertar, miro el reloj... son las 3
de la tarde. Antes llore tanto que me quede dormida. Tenía la esperanza de que
haya sido un sueño. Y de nuevo estoy llorando... Que increíble, ¡Embarazada!
¿Quién lo diría?
Ya han pasado varios días, ahora estoy
hablando con mi Tía de la situación. Las dos concordamos que mis padres no se
enteren. Y mucho menos el supuesto padre de este hijo que crece en mí. Voy a
abortar. Mi tía ha sido enfermera, conoce algunas formas de hacerlo. Vamos a
hacerlo lo más pronto posible. Estoy segura, no tengo miedo. No hay otra
salida. Soy una asesina, ¿Cómo voy a hacerle eso a mi hijo? No quiero hacerlo,
me causa asco mi persona. ¡Basta! Otra vez estoy llorando, es lo único que hice
en todos estos días. Mi tía me abraza, me está confiando de que todo anduviera
bien, que ella sabe, que no tenga miedo, que es lo correcto.
Bueno, acá estoy. ¡Al fin! Quiero que esto
desaparezca ya. Pronto volveré a la normalidad y será todo como si nunca nada
hubiese pasado. Perdón, hijo. Soy una egoísta, prefiero mantener mi pareja, que
tenerte y amarte. Soy una maldita. No merezco vivir. Perdón, perdón. No soporto
esto. Tengo mucho miedo. ¿Por qué estoy embarazada? Morite, morite. ¡Ya!.
Mi tía me está colocando una anestesia en
la zona. Nunca sentí tantos nervios. Me da mucha impresión. No debo mirar. No
siento nada, pero estamos en el proceso.
Esta doliendo muchísimo, creo que la
anestesia no está funcionando bien. Mi tía esta entrando en desesperación.
Quiero gritar del dolor, pero me siento dormida. ¡Ay! ¿Es el precio de haberte
matado? Nunca sentí semejante sensación tan angustiante. A penas puedo ver
ya... y de fondo escucho los llantos, gritos, y algo así de que llego la
ambulancia. Me duele. Esta costando pensar. Cuesta sentir. Creo que estoy
llegando al hospital... No. Sin duda este es el dolor más fuerte que sentí. Es
lo último que voy a sentir.
No puedo hablar, ya no escucho más nada, y
me olvide ya de lo que era ver. Y cada vez,
estoy pensando menos. Hola...
Chau... Mi casa, mi familia. Él... Y sigue Él. Un hijo, recuerdo. Recuerdo...
Ya no más. Ya nada. Nada... Estoy, ¿Estoy?.. No. Ya no más. Ya no soy. Muerta.
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