Cuento IV: La muerte en el 1700

"La muerte en el 1700"
de Mariana Jazmín Vaccaro


-Sh! Silencio. No creo que tarden mucho. Por si las dudas me volvere a fijar si era a esta hora, o capaz era otro día. Le dice Andrea a su compañera, escondiendose en unos arbustos. Cuidadosamente, tratando de no hacer mucho ruido , saca de su cartera un papel y comienza a leerlo en vos baja. - "Ines Padovani. Española. Nacio el 17 de septiembre del año 1751. Descendiente de una familia prestiguiosa. No heredo las riquezas que correspondian, pues su familia las perdio en la guerra contra los moros. Alrededor de los 15 años se caso con un mercader del pueblo Gael. Tuvo 2 hijos, y 3 hijas.  Como especifica la ley de mortalidad {Toda persona de nacionalidad Española, que haya tenido una vida digna, que haya sido proveniente de una familia prestiguiosa, y formado una familia luego, siempre y cuando respetando toda ley, sin ser desleal a su país. Podra a partir de los 20 años especificar el día de su muerte. En el caso de que no haya cumplido los requisitos de Ciudadano, el gobierno real decidira la fecha del fallecimiento de la persona, sin darle voz y voto a la hora de elegir la fecha.} Ines Padovani, a los 20 años reguistra el día de su muerte como 27 de octubre de 1792. Lugar: cementerio de Versalles. Hora: Al atardecer, poco despues de la puesta del sol."
Daniela, la acompañante, escuchó antentamente. Trato de recordar que dia era  y observo el cielo, ya en instantes se iba a poner el sol. Luego a lo lejos ve unas siluetas.
-Mira Andrea, allí estan. Creo que si, tienes razon. Nuestras sospechas eran ciertas. Mateo es el encargado de matarala. Sino me equivoco, Ines esta sosteniendo un farol.
-Estas en lo cierto Daniela. Ahora deberemos verificar si nuestras acusaciones a Mateo son reales.
Comienzan a escabullirse para poder observarlos más de cerca. No querian perderse de ningun detalle. Inés caminaba junto al dichoso Mateo y se diriguian hacia un gran predió. La luz del sol ya no existia. Y a eso el farol que sostenia Inés era de gran ayuda. Se detienen. El matador comienza a cavar la tumba. Inés se arrodilla y observa detenidamente. El tiempo pasa;  La tierra esta terriblemente dificil y parecia que le costaba mucho a Mateo poder cavar.  Inés toma el veneno que causaría su muerte y se recuesta en la tumba ya finalizada. El matador se recuesta junto a ella y mediante forsejeos, logra conmenzar a violarla. Inés poco a poco dejaba de reaccionar por el efecto del veneno, pero su rostro era indiscutible. Sus ojos estaban abiertos con una expresión que interpretaba todo, angustia, sorpresa, muerte. Ella fallece, pero el continua violandola.
Andrea y Daniela estaban paralizadas del miedo. A penas podian creer lo que había sucedido. No sabian que hacer. Pero creyeron la situación muy peligrosa, y decidieron marcharse. Caminaban rumbo a sus casas con una culpa que las carcomia los huesos. Habian dejado que esa muchacha fallesca de la peor manera. Debían detener a Mateo, pero no sabían como. Tenian miedo de contarselo a sus maridos, temian que las traten de locas. Pero la realidad era que ellas solas  no iban a poder convatir contra el matador.
Al otro día, Andrea paseaba por la ciudad con su familia y se encontro bastante aproximada al cementerio. Quizo gritar, o correr. O tan solo desaparecer, tal vez poseer un cargo poderoso en el gobierno y ser quien pudiese detener a aquel criminal. No queria ver más, y la invadia la impotencia de no tener a quien recurrir. No queria ver más, pero sus ojos no se cerraban. Allí estaba a lo lejos Mateo. Y caminaba con la pala en su mano derecha. A su lado caminaban junto a el dos adolecentes. Andrea sabía que les hiba a hacer lo mismo. Pero sus limitaciones como mujer solo le permitieron encerrarse y tratar de olvidar aquel asunto. Ni con su amiga Daniela se atrevieron a tocar nuevamente el tema. Lo único es que procuraron que el día de su muerte se enterrarían en otro cementerio para que no les toque como matador Mateo.

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