Encuentros
El amor no se logra, no se construye, no se busca, ni se encuentra. El amor no nace, ni muere. El amor es algo que de repente se respira cuando miras a una persona. El amor te encuentra - tal como esa metáfora simpática de cupido con sus flechas-
Algunos dicen que es magia, otros el destino, y los demás afirman que solo es casualidad. Pero no hay que quedarse con eso, ni con lo que dice la ciencia, ni la astrología, ni siquiera nuestro propio corazón. No hay que buscarle respuestas, ni motivos; pues esa es la gracia del amor: no tiene explicación.
Uno pasa mucho tiempo buscando, esperando, pero no queriendo ser encontrado. Te encerras en un objetivo, como si el amor fuese un juego, un trofeo. Te metes dentro de un mundo de obligaciones, de pretensiones, y más que nada de desilusiones. Apostas que las personas - o una en particular - serán las únicas encargadas de llenar aquel vacío, de volverte bello, de hacerte feliz. Apostas que necesitas de los demás para poder vivir... y ahí surge una paradoja, porque por mas que apuestes las personas "no están" o tan solo "no alcanzan" ¿será que habrá que seducir, ser vital, ser alguien, para así interesar? ¡pero para ser así - así de hermoso - siempre creíste que necesitabas de alguien más! Entonces entras en un circulo de soledad, insólito, estúpido.. pero lo peor de todo, que te angustia hasta el cansancio. Por suerte al tocar fondo no queda otra que volver a subir, por suerte la convicción sigue dentro tuyo, y comenzas a responder todas las preguntas que te hiciste todo ese tiempo: ¡Ser hermoso parte de mi autenticidad, de mi vitalidad, de mi querer vivir! ¡ser, depende de mi convicción de querer ser! ¡que la felicidad que me toca es mía y nada más, yo solo puedo ser el único en dejarme ser feliz!
Entonces, de repente te tranquilizas. Ahora que ya te respondiste, podes entender que hay que dejar de preguntar, que solo las dudas van a hacer que te vuelvas a marear. Es hora de estar, donde vos queres estar. Es hora de ser feliz, y solo es posible si te das el lugar de serlo. Entonces, de repente las oportunidades aparecen - o tal vez siempre existieron - , pareciera que ellas surgirían siempre y cuando comprendas la lección. Lo mejor, que las aprovechas, te lanzas a la vida y comenzas a respirar ¡de verdad!. Entonces, de repente la felicidad te encuentra porque comenzaste a ser visible para ella; el amor es algo tan simple y sencillo que se haya en cualquier rincón del mundo, tu paz comienza a ser parte de tu rutina. Es como si todo se hubiese dado, como si la suerte hubiese aparecido, y no es que haya aparecido "esa persona" que creías necesitas; probablemente sigas tan solo como antes, tan solo como siempre. Y ahí comprendes que la soledad siempre va a estar, que no tiene sentido depender de los demás, pero tampoco encerrarse en tu mundo interior. Comprendes que las cosas están ahí, solo hay que verlas.
Solo hay que dejarse encontrar.
Todo llega
Algunos dicen que es magia, otros el destino, y los demás afirman que solo es casualidad. Pero no hay que quedarse con eso, ni con lo que dice la ciencia, ni la astrología, ni siquiera nuestro propio corazón. No hay que buscarle respuestas, ni motivos; pues esa es la gracia del amor: no tiene explicación.
Uno pasa mucho tiempo buscando, esperando, pero no queriendo ser encontrado. Te encerras en un objetivo, como si el amor fuese un juego, un trofeo. Te metes dentro de un mundo de obligaciones, de pretensiones, y más que nada de desilusiones. Apostas que las personas - o una en particular - serán las únicas encargadas de llenar aquel vacío, de volverte bello, de hacerte feliz. Apostas que necesitas de los demás para poder vivir... y ahí surge una paradoja, porque por mas que apuestes las personas "no están" o tan solo "no alcanzan" ¿será que habrá que seducir, ser vital, ser alguien, para así interesar? ¡pero para ser así - así de hermoso - siempre creíste que necesitabas de alguien más! Entonces entras en un circulo de soledad, insólito, estúpido.. pero lo peor de todo, que te angustia hasta el cansancio. Por suerte al tocar fondo no queda otra que volver a subir, por suerte la convicción sigue dentro tuyo, y comenzas a responder todas las preguntas que te hiciste todo ese tiempo: ¡Ser hermoso parte de mi autenticidad, de mi vitalidad, de mi querer vivir! ¡ser, depende de mi convicción de querer ser! ¡que la felicidad que me toca es mía y nada más, yo solo puedo ser el único en dejarme ser feliz!
Entonces, de repente te tranquilizas. Ahora que ya te respondiste, podes entender que hay que dejar de preguntar, que solo las dudas van a hacer que te vuelvas a marear. Es hora de estar, donde vos queres estar. Es hora de ser feliz, y solo es posible si te das el lugar de serlo. Entonces, de repente las oportunidades aparecen - o tal vez siempre existieron - , pareciera que ellas surgirían siempre y cuando comprendas la lección. Lo mejor, que las aprovechas, te lanzas a la vida y comenzas a respirar ¡de verdad!. Entonces, de repente la felicidad te encuentra porque comenzaste a ser visible para ella; el amor es algo tan simple y sencillo que se haya en cualquier rincón del mundo, tu paz comienza a ser parte de tu rutina. Es como si todo se hubiese dado, como si la suerte hubiese aparecido, y no es que haya aparecido "esa persona" que creías necesitas; probablemente sigas tan solo como antes, tan solo como siempre. Y ahí comprendes que la soledad siempre va a estar, que no tiene sentido depender de los demás, pero tampoco encerrarse en tu mundo interior. Comprendes que las cosas están ahí, solo hay que verlas.
Solo hay que dejarse encontrar.
Todo llega
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