provoca sensación ambigua en mi..
¡Qué locura! ¡Qué locura! que, que, que. Ya no tengo excusas, no es por una causa mayor que mis fuerzas lo que me hace sentirme así. No es de afuera, es de acá..adentro. Pero eso no es lo peor; lo peor es que no se a que se debe, no comprendo que me hace sentir ese maldito dolor angustiante el pecho.
A veces cuesta mantenerse direccionado, a veces cuesta cumplir con tus principios y a la vez con tus deberes. "¡Quiero o no quiero! ¡Quiero o no quiero!", maldita sensación ambigua. Maldita sensación de respetar al otro, de callarme la boca. ¿Porqué tuve que ser tan moralista? Siempre fui así, y me fue "mal". Cuando en las pequeñas ocaciones me revele, fue para peor. Tal vez es cuestión de saber cuando ser moral y cuando no.
Es que.. tengo tantas cosas para decir. Pero uno debe comenzar a hablar cuando el otro este dispuesto a escuchar, y viceversa. Y como yo -divina, como siempre- estoy con las orejas atentas todo el tiempo para todo el mundo, ¿quién creeria que yo podria hablar?. A su vez, tampoco se cuando dejar de escuchar, me es inevitable. ¿Cómo "cambiar" si corro el riesgo de irme al otro extremo?
¡Maldito equilibrio! que sos tan dificil de conseguir.
Cansa, mucho cansa, vivir metido en uno. El mundo está, latente, tentador. ¡Quisiera poder soltarme en él con suma facilidad! Quisiera tantas cosas.. pero esto soy. Vivo encerrada en mis pensamientos, en mis hipotesis, en mis creencias. Vivo para mi, y las veces que me digno a vivir un poco para alguien más me vuelvo a sentir sumamente indefensa -tal como cuando era pequeña-.
¿Qué me espera allá afuera? Promesas, muchas.. y junto a ellas desiluciones. Me espera muchas alegrias, y mucho amor para recibir, para dar. Me espera la vida misma; acá adentro no hay más que siempre la misma historia.
Y todo concluye a la ambiguedad: si debo empezar a hablar y dejar de escuchar, si acaso es verdad que no consigo respeto y es hora de salir a buscarlo; si debo cuidarme y seguir dentro de mi, o comenzar a abrirme a pesar de todos los palazos que me puedo dar. Todo concluye en cuanto debo entregarme, si acaso es hora de salir disparada de vuelta o todavia quedan cosas que arreglar acá adentro; si es necesario cerrar los ojos o pararme en cada esquina y ver para los dos lados al cruzar. Ambiguedad en si es hora de vivir de verdad o seguir sobreviviendo con mi escudo.
"Lo que no sirve, no va"
A veces cuesta mantenerse direccionado, a veces cuesta cumplir con tus principios y a la vez con tus deberes. "¡Quiero o no quiero! ¡Quiero o no quiero!", maldita sensación ambigua. Maldita sensación de respetar al otro, de callarme la boca. ¿Porqué tuve que ser tan moralista? Siempre fui así, y me fue "mal". Cuando en las pequeñas ocaciones me revele, fue para peor. Tal vez es cuestión de saber cuando ser moral y cuando no.
Es que.. tengo tantas cosas para decir. Pero uno debe comenzar a hablar cuando el otro este dispuesto a escuchar, y viceversa. Y como yo -divina, como siempre- estoy con las orejas atentas todo el tiempo para todo el mundo, ¿quién creeria que yo podria hablar?. A su vez, tampoco se cuando dejar de escuchar, me es inevitable. ¿Cómo "cambiar" si corro el riesgo de irme al otro extremo?
¡Maldito equilibrio! que sos tan dificil de conseguir.
Cansa, mucho cansa, vivir metido en uno. El mundo está, latente, tentador. ¡Quisiera poder soltarme en él con suma facilidad! Quisiera tantas cosas.. pero esto soy. Vivo encerrada en mis pensamientos, en mis hipotesis, en mis creencias. Vivo para mi, y las veces que me digno a vivir un poco para alguien más me vuelvo a sentir sumamente indefensa -tal como cuando era pequeña-.
¿Qué me espera allá afuera? Promesas, muchas.. y junto a ellas desiluciones. Me espera muchas alegrias, y mucho amor para recibir, para dar. Me espera la vida misma; acá adentro no hay más que siempre la misma historia.
Y todo concluye a la ambiguedad: si debo empezar a hablar y dejar de escuchar, si acaso es verdad que no consigo respeto y es hora de salir a buscarlo; si debo cuidarme y seguir dentro de mi, o comenzar a abrirme a pesar de todos los palazos que me puedo dar. Todo concluye en cuanto debo entregarme, si acaso es hora de salir disparada de vuelta o todavia quedan cosas que arreglar acá adentro; si es necesario cerrar los ojos o pararme en cada esquina y ver para los dos lados al cruzar. Ambiguedad en si es hora de vivir de verdad o seguir sobreviviendo con mi escudo.
"Lo que no sirve, no va"
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